Por Rocío Sánchez
Después de una segunda vuelta con un resultado final sumamente cerrado, tan cerrado como no se veía desde hace décadas, Luis Inácio Lula Da Silva ganó la presidencia de Brasil, evitando así la reelección de Jair Bolsonaro. De esta manera terminaron cuatro años de conservadurismo, autoritarismo, desdén por la democracia y por los derechos humanos, y hasta una dosis de teorías de la conspiración (evidenciada por su postura frente a la pandemia de COVID-19) que significó el gobierno de Bolsonaro. Aun así, el triunfo fue apenas conseguido con 50.9 contra 49.1 por ciento de los votos, de acuerdo con el conteo final.
A lo largo de su presidencia, Bolsonaro encarnó las más férreas posturas de la ultraderecha, oponiéndose sin el menor recato a la ampliación de los derechos sexuales y reproductivos como el aborto, el matrimonio igualitario o el reconocimiento de la identidad de género. En otros ámbitos, se pronunció a favor de la venta de armas y no tuvo empacho en desmantelar la política ecológica y medioambiental que Brasil, como sede principal de la Amazonia, había ido construyendo en los años anteriores.
A partir del 1 de enero próximo, el pueblo brasileño vivirá bajo un mandatario que ya conoce y a quien le había dado su voto de confianza no en una, sino en dos elecciones consecutivas anteriores. El 50.9 por ciento del electorado respirará con alivio, pero tomará algo más de tiempo resolver la duda de cómo le fue entregado el poder a un Bolsonaro que, durante sus 27 años como diputado, mostró francamente y sin tapujos su postura derechista.
Otra pregunta es: ¿es esto la derecha? ¿Cómo fue que esta ideología política consiguió tantas oportunidades en América Latina en los años recientes? Y más allá de esto, ¿el resurgimiento de los gobiernos de izquierda será capaz de replegarla? Si es así, ¿durante cuánto tiempo?
Ciclos y vaivenes
Al entrar al siglo XXI, la región de América Latina vio surgir con fuerza una ola que la llevó hacia la izquierda. Desde el triunfo de Hugo Chávez en Venezuela, en 1998, hasta la victoria de Ricardo Lagos en Chile, en 2000; de Lula Da Silva en Brasil, en 2002, o de Evo Morales en Bolivia, en 2005, la primera década del siglo presenció la consolidación de gobiernos de izquierda mediante el voto popular.
Sin embargo, la corriente que parecía uniforme cambió de rumbo a mediados de la segunda década de los años 2000, dando un giro marcado hacia la derecha. Tanto es así que, en 2020, 11 de los 18 presidentes de Latinoamérica eran de ideología derechista. Así lo documentaron investigadores de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) México en el volumen Giro a la derecha. Un nuevo ciclo político en América Latina. La publicación ofrece un panorama regional que ayuda a esclarecer su tendencia, que parece ser cíclica, hacia gobiernos de derecha o de izquierda.
La diferencia fundamental entre izquierda y derecha es la postura que adoptan frente al ideal de igualdad. Mientras la primera cree que las desigualdades son producto de la sociedad y pueden remediarse, la segunda las considera naturales y no ve conveniente corregirlas.
En 2020, año en el que la pandemia de COVID-19 golpeó de lleno a todo el globo, los presidentes de derecha en funciones eran Jeanine Añez, en Bolivia; Jair Bolsonaro, en Brasil; Sebastián Piñera, en Chile; Iván Duque, en Colombia; Nayib Bukele, en El Salvador (aunque él se autosituaba en el centro); Alejandro Giamattei, en Guatemala; Juan Orlando Hernández, en Honduras; Mario Abdo Benítez, en Paraguay; Martín Vizcarra, en Perú; Danilo Medina, en República Dominicana, y Luis Lacalle Pou, en Uruguay.
Además de recordar que todos estos hombres y mujeres llegaron al poder a través del voto, cabe también observar cuántos de ellos gobernaron después de renombrados presidentes de izquierda. Quizás los casos más emblemáticos son: Jeanine Añez, quien sucedió al único presidente indígena que ha tenido Bolivia, Evo Morales; Jair Bolsonaro, quien llegó al poder en Brasil luego dos líderes sociales, como lo eran Lula Da Silva y Dilma Russeff, y Luis Lacalle Pou, que asumió la presidencia después de los periodos de José Mújica y de Tabaré Vázquez.
En contraste, también vale la pena apuntar cuántas de aquellas naciones han vuelto a virar a la izquierda hoy, a finales de 2022. De los 11 países arriba mencionados, seis han elegido ya a políticos de ideología izquierdista: en Bolivia gobierna Luis Arce, en Brasil ha vuelto Lula Da Silva, en Chile triunfó Gabriel Boric, En Colombia fue electo Gustavo Petro, en Honduras ganó Xiomara Castro (la primera mujer en dirigir al país), y en Perú votaron por Pedro Castillo.
Pero ¿qué es la derecha?
El coordinador de Giro a la derecha…, el investigador Mario Torrico, retoma la idea acuñada por Norberto Bobbio, destacado politólogo italiano, para precisar que la diferencia fundamental entre la derecha y la izquierda es la postura que asumen frente al ideal de igualdad. Por un lado, la izquierda considera que la mayoría de las desigualdades, sobre todo las socioeconómicas, se construyen socialmente, luego entonces, se pueden remediar. Por el otro, la derecha está convencida de que las desigualdades, sobre todo las socioeconómicas, son naturales y que no es posible corregirlas, o más aún, no es conveniente porque el costo (en sentido figurado) que eso representaría es demasiado alto.
Partir de una base teórica es útil, pero la publicación de Flacso se encarga también de revisar qué tanto se amplía o se restringe el concepto de derecha en la práctica en América Latina. Retomando lo dicho por otros numerosos autores, Torrico enumera algunas características que se le han atribuido a la derecha ideológica, por ejemplo, su postura de apoyo a la economía de libre mercado.
Otra característica es la presunta vocación autoritaria y el desprecio por la democracia, a la cual la derecha recurre solamente cuando conviene a sus objetivos. Además, se dice que la derecha defiende los valores conservadores en la sociedad, recibe apoyo de sectores religiosos evangélicos y tiene una excesiva preocupación por la seguridad, por lo que no duda en actuar con mano dura para imponer el orden.
Es verdad que uno o más de estos temas han sido recurrentes en los discursos de los personajes políticos de la derecha, pero el grupo de investigadores de Flacso plantea un contraste interesante: no se puede equiparar a los grupos políticos de derecha con las personas de a pie, votantes regulares, que se autodenominan de ideología de derecha.
Es de destacarse que tanto derecha como izquierda han centrado sus campañas políticas en los temas que consideran más importantes, en especial el crecimiento económico, pero la diferencia radica en las estrategias que cada una plantea para llegar a ese objetivo. En este sentido, son contadas las campañas que han incluido temas de igualdad social o ampliación de derechos, como el aborto o el respeto a la diversidad sexual, entre sus prioridades.
Antes del cambio de gobiernos en 2020, 11 de los 18 países de América Latina estaban gobernados por personajes de la izquierda ideológica. Hoy, a fines de 2022, seis de aquellos 11 países han virado a la izquierda.
El voto es personal
Las y los científicos sociales encuentran que, al estudiar directamente a la población, la preferencia ideológica no es inamovible. Mario Torrico analiza la información consignada en Latinobarómetro, un estudio de opinión pública anual que incluye unas 20 mil entrevistas en 18 países de América Latina, las cuáles son representativas de los más de 600 millones de personas que habitan en esas naciones.
El estudio pidió a las personas que se identificaran con alguna ideología política, y a partir de ahí encontró que las supuestas características de la derecha no necesariamente coinciden con las posturas de quienes se identifican a sí mismos como simpatizantes de esa derecha. Como muestra, las personas de derecha sí apoyan más al libre mercado, pero las que se identifican con la izquierda no rechazan, en su mayoría, ese modelo económico. Por otro lado, es cierto que las personas de derecha son más conservadoras en cuanto a los valores sociales, pero, por ejemplo, se observó que la mayoría de la población en general rechazan los matrimonios igualitarios. Finalmente, el apoyo para ejercer con mano dura y así obtener seguridad y orden es sólo ligeramente mayor en la gente de derecha que en la de izquierda.
Por todo ello, Torrico recomienda matizar las afirmaciones sobre lo que es o no es la derecha, pues los datos analizados muestran que, aunque las diferencias existen, no son drásticas. El investigador añade que también podría ser que los autores de los que se retomaron las características de la derecha podrían haberse referido concretamente a los gobernantes y no a los votantes, y no se ha comprobado (desde la literatura en el tema) que las características mencionadas sean exclusivas de derechas o izquierdas.
Lo que la obra Giro a la derecha… permite observar es que las personas latinoamericanas no son inflexibles en cuanto a su ideología política. De hecho, Latinobarómetro ha registrado, desde su creación en 1996, que el promedio de ubicación ideológica ha sido siempre de 5, en una escala de 0 a 10. Esto significa que la mayoría de los votantes se consideran de centro, sin embargo, también han votado por la izquierda en múltiples ocasiones. Estos datos reflejan que el electorado es más bien pragmático y no teme ejercer el voto de castigo (hacia un ala o hacia otra) cuando los gobiernos han tomado acciones que le perjudican.
El rumbo del futuro
La mayoría de las elecciones en América Latina este año han sido ganadas por la izquierda, con lo que parece retomarse ese rumbo, dejando atrás la ola derechista que cerró la década anterior.
Sin duda, dicen los autores de Flacso, un factor que influyó en los resultados electorales recientes fue la pandemia de COVID-19, cuyas repercusiones debilitaron la economía (como en el resto del mundo) y pusieron en evidencia la fragilidad de los sistemas de salud (herencia conjunta de los gobiernos previos de todos los colores). Un ejemplo de pésima gestión de la pandemia fue el actuar de Jair Bolsonaro, quien además de mostrarse insensible frente al tema, tardó demasiado tiempo en adquirir las vacunas pertinentes.
A pesar del cambio de rumbo en Latinoamérica, los autores señalan que la derecha podría regresar al poder (como lo han mostrado los ciclos previos), en especial si logra posicionar temas que interesan a la población general. “Las derechas políticas pueden hacer ofertas que la mayoría de las personas prefiere, como mano dura contra la delincuencia, la defensa de los valores de la sociedad o luchar contra la corrupción”, y si eso se combina con un personaje que tenga buen grado de credibilidad, puede llegar a tener éxito.