Por Leonardo Bastida
Después de 70 años, un médico volvió a registrar un caso de viruela en México. Una enfermedad de la que las nuevas generaciones de profesionales de la salud sólo tenían un conocimiento a través de libros y fotografías viejas, pues en junio de 1952 se había considerado a la enfermedad como erradicada, tras un año en el que no se conocieron nuevos registros.
La inmunidad demográfica se había fortalecido a través de campañas masivas de vacunación, cuyo éxito derivó en que para 1980 se dejaran de llevar a cabo, tras más de un cuarto de siglo de inmunización colectiva. Esto fue todo un avance en materia de sanidad, si se considera que la presencia de la viruela en México tiene más de 500 años, pues llegó de la mano de quienes arribaron desde Europa en 1520. La narrativa histórica ha señalado que en los barcos en los que se transportaban las huestes de Pánfilo de Narváez también viajaba la viruela, provocando lo que sería “la gran erupción” o Hueyzahuatl, como se denominó a la primera gran epidemia de la que se tenga registro en la historia de México.
El número de muertes aún se especula, pero las crónicas de la época hablan de calles colmadas de cadáveres y de sobrevivientes con muchas cicatrices en sus cuerpos, además de hambrunas y de escasez ante la falta de personas que pudieran sembrar y distribuir alimentos. El brote fue de tal gravedad, en toda la geografía novohispana, que todavía en 1763, los registros indicaban que más de 44 mil personas habían contraído la viruela, y de éstas, más de ocho mil habían muerto. Ante la problemática, se construyeron o se adaptaron espacios para instalar recintos sanitarios como el antiguo colegio de San Andrés, donde se solía atender el malestar hasta principios del siglo XX, cuando fue demolido, para dar paso a la construcción del Palacio de Comunicaciones, ahora Museo Nacional de Arte.
Entre tanto, desde el México decimonónico, varios médicos comenzaban a introducir los conocimientos obtenidos en otros países para evitar nuevos brotes de viruela. Uno de los más difundidos fue el de comenzar a generar mecanismos de inmunidad entre las personas a través del contacto directo con el virus detonante. En algunos casos, se propuso por medio de sueros de origen animal, pero el más recurrente fue el de la “vacuna de brazo a brazo”, consistente en que quienes no hubieran contraído la enfermedad tuvieran contacto directo con quienes sí, a través del choque de brazos.
Posteriormente, después de la Revolución, se tomaron algunas medidas como la creación del Instituto Bacteriológico Nacional, enfocado al estudio de las enfermedades infecciosas, y la preparación de vacunas, sueros y antitoxinas para prevenirlas y curarlas, así como la obligatoriedad, por decreto constitucional, de la aplicación de la vacuna contra la viruela.
Uno de los lugares en la capital del país donde más casos se están atendiendo son las Clínicas Especializadas Condesa, en las cuales, ante la emergencia sanitaria, se recibe a cualquier persona que reporte posibles síntomas o sospeche haber tenido contacto con alguna persona con la enfermedad.
El virus en la capital
La espera de un caso de esta variante de la viruela que encendió las alarmas de muchos países, desde mediados de mayo, no fue muy prolongada para México. En los últimos días de mayo, quince después de que se conoció el primer caso en Europa, la Secretaría de Salud reportó el aislamiento de un hombre de 50 años, residente permanente de Nueva York, con síntomas leves y cuya infección pudo haber ocurrido en Países Bajos durante un viaje.
A partir de ese momento, se comenzaron a conocer casos en múltiples entidades, hasta alcanzar 504 casos en la última semana de agosto, lo cual implicaba un repunte de 30 por ciento durante los siete días anteriores al conteo. Esto se suma a otras mil 46 posibles infecciones que aún estaban en evaluación hasta el cierre de esta edición, de los cuales, 390 fueron descartados tras conocerse los resultados de pruebas de laboratorio y otros 252 aún espeaban confirmación.
Uno de los lugares donde más casos se están atendiendo son las Clínicas Especializadas Condesa (CEC), en las cuales, ante la emergencia sanitaria, se recibe a cualquier persona que reporte posibles síntomas o sospeche haber tenido contacto con alguna persona con la enfermedad, como lo señaló en entrevista Raúl Adrián Cruz Flores, médico epidemiólogo, quien ha estado involucrado en la respuesta a la situación desde el reporte de los primeros casos en dichos centros.
La habilitación de un consultorio de filtro para valoración, la posibilidad de desplazamiento para evaluar casos si es que la persona no puede acudir, el desarrollo de una metodología de exploración corporal en la búsqueda de lesiones provocadas por la viruela y para una rápida toma de muestras, así como la obtención de los resultados de forma ágil y el monitoreo de pacientes han sido parte de las medidas establecidas para poder dar respuesta a la cada vez mayor demanda de atención.
El proceso de atención implica la búsqueda de lesiones en la piel de las personas, para que, en caso de hallarse alguna, se tome una muestra, la cual no es de sangre, sino una recolección de los fluidos que supuran las lesiones. Las muestras son enviadas a los laboratorios del Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos, obteniéndose resultados en menos de 72 horas.
Además, se determina si la infección está focalizada, es decir, en una sola parte del cuerpo, o si está presente en varias partes del mismo, y se hace el análisis específico de cada caso para determinar si es o no posible un aislamiento de varias semanas o tomar otras medidas de apoyo a la recuperación.
Hasta el día de hoy, son pocos los casos que han derivado en un fallecimiento. En México sólo se ha analizado un posible caso en el que la persona presentaba varias complicaciones motivadas por un sistema inmunológico deprimido. En todos los demás, se han ido reportando mejorías.
De acuerdo con el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos en la Ciudad de México se concentran 279 casos de viruela símica, seguido de Jalisco con 84 contagios, siendo las dos entidades con mayor número de casos.
Incertidumbre
En las últimas dos semanas se ha registrado el pico más alto de infecciones en el país, siendo el sector de hombres que tienen sexo con otros hombres el más afectado, pues constituye más de 97 por ciento de los casos totales, de acuerdo con datos compartidos por Jezer Lezama, infectólogo e internista de la CEC, quien descartó que el VIH sea un motivo particular para contraer esta variante de la viruela, aunque sí se sabe que las personas inmunocomprometidas tienen más riesgo.
Al respecto, junto con Cruz Flores, cuestionaron el estigma alrededor de la enfermedad, debido a que no es exclusiva de un sector de la población, sino que éste ha sido el grupo poblacional que más ha acudido a los servicios médicos. La viruela símica tampoco es considerada una infección de transmisión sexual como tal.
Para Ledezma, la respuesta al brote requiere de una estrategia más específica, pues sólo se está atendiendo en ciertos espacios, por lo que se desconoce cómo está afectando realmente el brote a la población mexicana. Ejemplo de lo anterior es que muchas personas están acudiendo a las CEC, pero no se sabe qué ocurre en otros centros de atención.
Activistas e integrantes de la sociedad civil han externado su preocupación por la falta de una estrategia de vacunación, incluso, por la falta de compra de vacunas y por no adecuar los centros de salud para dar una atención focalizada y reducir los tiempos de diagnóstico, debido a que, actualmente, pueden ser de hasta 10 días debido a que todas las muestras se envían a la capital.
A esto se suma el estigma de que los casos se concentran en las poblaciones de HSH, cuando en realidad pueden presentarse en cualquier persona que tenga contacto con alguien con lesiones en la piel provocadas por la viruela. No se trata de una infección de transmisión sexual, pues son múltiples los factores de su transmisión, más allá de la vía sexual, que deriva más del contacto entre pieles de quienes mantienen un contacto sexual.
En el marco de la Conferencia de Salud, Derechos Humanos y Cuidados para Hombres Gay de América Latina y el Caribe se emitió la Declaración de México sobre Viruela del Mono, en la que se recalcó que «no están implementando acciones contundentes para prevenirla, diagnosticarla oportunamente, notificarla, frenarla y proveer información, así como (brindando) atención adecuada ni acceso a vacunas, que va desde insuficiente a absolutamente ninguna».
Aprovechar la experiencia
En cuanto a la disponibilidad de medicamentos, Cruz Flores explicó que aún no se cuenta con fármacos específicos para la viruela sómica, ya que están en proceso de desarrollo. Pero en lo que sí se está trabajando es en hacer hincapié es que el riesgo está en el contacto directo con las lesiones y sus supuraciones, por lo que se debe evitar el mismo. También se recomienda el lavado y desinfección de la ropa y los utensilios de cama o de baño.
Sobre las vacunas, mencionó que hay algunas disponibles que han comenzado a aplicarse en otros países, por lo que son una buena opción para prevenir nuevos casos o para evitar que éstos sean graves. Por lo tanto, consideró que deberían diseñarse estrategias en la materia. El Buró Federal de Drogas (FDA por sus siglas en inglés) ha aprobado una vacuna experimental específica para esta versión, e igualmente, la Organización Mundial de la Salud ha recomendado utilizar algunas ya disponibles para otras variantes de viruela en poblaciones clave, pero no en la población en general. El organismo internacional también ha reconocido la escasez de vacunas debida a su falta de fabricación, y a que aún cuentan con virus atenuados como parte de sus componentes, por lo que se requieren nuevos desarrollos tecnológicos.
Para Ledezma, la toma de medidas a tiempo es muy importante, pues “aunque la rapidez de su trasmisión es mucho menor que la del coronavirus, ya que requiere de contacto estrecho, el brote se está extendiendo a su ritmo. Y no hay un sistema de seguimiento epidemiológico correcto por parte de las autoridades”.
A cuatro meses del inicio de este brote, especialistas como Anthony Fauci, ex director del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas y Alergias de Estados Unidos, y Clifford Lane, director de investigación clínica de dicho instituto, consideran que las lecciones aprendidas durante las respuestas al VIH y la COVID-19 deberían poder ayudar a desarrollar una estrategia más efectiva y eficiente para la respuesta a la viruela símica, la cual, a su vez, debe servir para definir estrategias para las próximas (e inevitables) epidemias infecciosas.