Por Leonardo Bastida Aguilar
Por dónde comenzar el viaje, Malawi, India, Rusia, México, Estados Unidos, Egipto, Uganda. No importa, para la agilidad ocular del periodista sudafricano Marc Gevisser, cualquier punto geográfico permite el arranque de su más reciente libro, La línea rosa. Un viaje por las fronteras queer del mundo (Urano, 2022), una compilación de reportajes sobre el panorama que viven las personas LGBT+ en diferentes regiones del planeta, pero, en los textos no sólo se narran sus historias, sino que el inquieto reportero plantea una categoría para contraponer los avances en materia de reconocimiento de derechos de las personas con base en su orientación sexual o identidad de género y las grandes resistencias socioculturales a ello.
A propósito de su reciente visita a México, en charla con Letra S, el también especialista en literatura comparada explica cómo es que surge el concepto de línea rosa y su combinación con el pánico moral, lo queer y otros conceptos con los que se niega el reconocimiento de la diversidad.
¿Cómo era tu perspectiva de la situación de las poblaciones LGBT+ antes de plantear la existencia de una línea rosa?
Empecé a trabajar sin el concepto. Más bien quería entender cómo era esa nueva conversación global sobre sexualidad e identidad de género. Mis preguntas iniciales eran por qué se ha posicionado tan rápido el tema de la diversidad y cuál es el efecto que ha tenido en las personas. Ya en el proceso de la investigación me llegó la idea de la línea rosa, que surgió en un momento muy particular, cuando me casé en Sudáfrica, quinto país que legalizó el matrimonio igualitario. Después de mi matrimonio, me mudé a otros espacios y países, pero también empecé a conocer otras historias. Como la de una pareja en Malawi que recibió una sentencia de 14 años de trabajo forzado por atentar contra el orden de la naturaleza. Luego hubo una campaña global para liberarla y se exilió en Sudáfrica. Allí me surgió la idea de por qué, por un lado, los derechos humanos se estaban extendiendo para las poblaciones LGBTIQ. pero, por otro, los gobiernos eran más homofóbicos, lesbofóbicos y transfóbicos. Además de África, esto lo vi en Europa del Este o en Rusia, donde se establecían ciertas políticas para diferenciarse de Europa.
Entonces, después de esas experiencias en la vida cotidiana, ¿cómo definirías a la línea rosa?
Es un concepto que puede describir cualquier conflicto entre quienes exigen el reconocimiento de sus derechos con base en su orientación sexual o su identidad de género y aquellos que se resisten a tales. Por ejemplo, en términos de geopolítica, esta línea se trazó en las antiguas fronteras del muro de Berlín, pues en los antiguos países del bloque comunista hay menos reconocimiento de estos derechos que en otras partes del continente europeo. Sin embargo, el concepto no es exclusivo de esta parte del mundo, sino que puede aplicarse en muchas otras regiones y países.
Por tanto, podríamos decir que la línea rosa también son esos impedimentos de corte jurídico, social, cultural, político, ideológico, e incluso económico que aún determinan qué persona, con base en el ejercicio de su sexualidad o la construcción de su identidad de género, puede o no gozar una igualdad social, de oportunidades y ser o no sujeta de inclusión. Quiero que sea una herramienta útil para ayudarnos a entender que la forma en que se reclaman estos derechos y lo que debemos esperar cuando hay una acción, generalmente propician una reacción. Siempre habrá gente que pueda encontrar pretextos en los libros sagrados para generar un pánico moral, usando a las poblaciones LGBTIQ como chivos expiatorios, no necesariamente porque haya un odio, sino porque les sirven para conseguir sus fines.
El periodista sudafricano Marc Gevisser buscaba entender cómo era la nueva conversación global sobre sexualidad e identidad de género. Quería saber por qué se ha posicionado tan rápido el tema de la diversidad y cuál es el efecto que ha tenido en las personas. De esas inquietudes surgió su más reciente libro.
¿Cuál es el panorama en América Latina, una región donde predomina la religión católica y hay un resurgimiento del conservadurismo?
En ninguna otra parte del mundo se ha movido tan rápido el avance de los derechos de las personas LGBTIQ como en Latinoamérica. Es extraordinario. Lo ocurrido en Colombia en la materia hace algunos años con respecto al matrimonio igualitario. Lo que está pasando en México, donde ya ningún estado se opone al matrimonio. Sé que es difícil, pero más bien preguntaría por qué el avance es tan rápido. Un aspecto muy importante es la lucha contra la discriminación, fuertemente impulsada en la zona; pero también, la devaluación de la creencia en la Iglesia en un amplio sector de la población, provocado, entre otros factores, por el fastidio y el enojo por la doble moral al interior de la institución.
¿Qué tan importante es que el periodismo abra un espacio para estos temas y que desde su propia perspectiva se propongan conceptos de análisis?
Soy maestro de periodismo, me dedico a enseñar narrativa. Les puedo enseñar a las y los alumnos a escribir, a contar una historia, pero hay cosas que no puedo enseñarles. Lo que sí puedo compartirles son algunos consejos; primero, que tengan perseverancia; segundo, la curiosidad de indagar cosas, y tercero, la empatía con las personas.
Sobre la curiosidad, es muy importante porque hay tantas preconcepciones sobre las personas LGBTIQ, que muchas veces se repiten mensajes ya articulados, cuando la preocupación periodística debería ser mostrar las formas reales de ser de estas personas. Eso es algo que podemos hacer como periodistas, mostrar sus vidas como son, las realidades que viven.
Por otra parte, las personas LGBTIQ son vistas como amenazantes; en realidad necesitan ser vistas con empatía, para evitar la construcción de discursos de odio. Como periodistas podemos contar estas historias con esos tres valores, y hacer una gran labor. Algo que siempre digo a los editores es que las vidas de las personas de la diversidad son muy buenas historias porque trata sobre transiciones, no necesariamente por cuestiones de género, sino de formas de vivir el mundo. Es muy importante recordar que no necesariamente se debe explotar el drama, más bien, si estas historias se cuentan con apego a los tres valores que expongo, siempre encontrarán lectores y escuchas.
«Las personas LGBT son vistas como amenazantes; en realidad necesitan ser vistas con empatía, para evitar la construcción de discursos de odio. Como periodistas podemos contar estas historias con esos tres valores, y hacer una gran labor. Mundial.»
Después de dedicar tantos años a esta investigación, ¿Cuáles consideras que son los siguientes obstáculos a vencer para lograr el reconocimiento pleno de los derechos de las personas LGBTIQ?
Hay una mayor visibilidad y es más difícil que ocurran actos tan cínicos en contra de este sector, pero lo que sí es seguro es que sigan poniendo pretextos para limitar el ejercicio de la sexualidad. En cierto sentido, guardan algún respeto, mas encontrarán nuevas amenazas que “perviertan” a los niños, niñas y adolescente, desde su propia perspectiva. Por ejemplo, la ideología de género, que se ha propuesto como una amenaza para las poblaciones infantiles.
Dicen que somos peores que los comunistas, porque les enseñamos a ser del género contrario, algo que es totalmente falso; sin embargo, dicha premisa se tradujo, en la ley “no digas gay”, recién aprobada en Florida, que prohíbe abordar temáticas de diversidad sexual en las aulas y exige retirar libros y revistas alusivos al tópico de las bibliotecas, o la negativa del gobierno del brasileño Jair Bolsonaro para que se impartiera educación sexual en los niveles escolares básicos.
Para el también autor de Un legado de liberación. Thabo Mbeki y el futuro del sueño sudafricano, en su más reciente obra se da voz a las, los y les protagonistas para poder conocer las limitantes derivadas de la segregación de las personas por su orientación sexual o por su identidad de género que se contraponen a las creencias, costumbres, tradiciones, entre muchas otras prácticas sociales y culturales, resultando una paradoja entre los avances judiciales y las realidades sociopolíticas.