Por Rocío Sánchez
El actual brote de viruela símica, más conocida como viruela del mono, parecía ser sólo la diseminación de una infección ya conocida. Sin embargo, conforme crece el número de casos y avanza la investigación médica sobre ellos, se ha descubierto una presentación de la enfermedad muy distinta a la que se conocía como típica del virus. Tal situación pone de manifiesto la necesidad de replantear lo que se sabe de la enfermedad, ya que no es viable predecir su comportamiento, como se creyó al inicio. Una vez más, y sin haber superado todavía la crisis sanitaria debida a la COVID-19, la comunidad médica trabaja contra reloj para encontrar una forma de contener a la viruela símica y evitar que se convierta en una nueva pandemia de graves consecuencias.
El primer caso de viruela símica en humanos fue descrito en 1970, en la República Democrática del Congo (antes Zaire). Desde entonces, los casos se registraban de manera endémica en países africanos como Camerún, República Centroafricana, República del Congo, República Democrática del Congo, Gabón, Liberia, Nigeria y Sierra Leona. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), algunos de esos países sólo registraron unos cuantos casos, mientras otros han tenido brotes recurrentes.
A pesar de que el virus ha estado circulando en esa región durante todas estas décadas, la investigación sobre él ha sido muy escasa. No fue sino hasta mayo pasado, cuando los casos surgieron en Europa y se extendieron a todas las regiones del mundo, que la ciencia médica comenzó a enfocarse en conocer más sobre la infección.
Lejos de lo esperado
De acuerdo con testimonios recabados por el diario estadunidense The New York Times, la práctica médica cotidiana comenzó a revelar que los casos de viruela del mono que llegaban a los servicios de salud no coincidían con lo escrito en los libros sobre este virus. Las lesiones no tenían nada que ver con un cuadro de viruela “tradicional”, pues más que llenar la superficie del cuerpo, aparecían en grupos pequeños, o incluso una sola, y tenían más una apariencia de piquetes de mosquito, espinillas o pelos encarnados, y no las pústulas relacionadas con la viruela.
Además, quienes llegaban a consulta no tenían los síntomas más comunes de la enfermedad, sino que acudían principalmente por un dolor intenso e interno, al realizar acciones como tragar o evacuar.
Ante estos cuadros, un conjunto de médicos de 43 hospitales ubicados 16 países (incluido México) hicieron un esfuerzo conjunto para recopilar las características específicas de los casos de viruela símica que estaban llegando hasta sus servicios. El resultado fue publicado en el artículo “Monkeypox Virus Infection in Humans across 16 countries — April-June 2022”, en la revista médica The New England Journal of Medicine (NEJM).
La diferencia en los síntomas, el orden de éstos y su intensidad podría estar enmascarando muchos de los casos de viruela símica, por lo que los investigadores sugieren sospechar de este virus en las personas que reporten síntomas de cualquier infección de transmisión sexual.
Población clave
Hasta el momento, el grupo de población más afectado por la viruela símica es el de hombres gays y bisexuales. Según los autores, esto sugiere que el virus se está transmitiendo a través de los contactos sexuales.
Los investigadores del estudio también explican que el análisis genético del virus sugiere que éste ha estado circulando por algún tiempo sin ser detectado fuera de las áreas endémicas, posiblemente siendo confundido con otras infecciones de transmisión sexual (ITS).
Y es que, de acuerdo con el conocimiento previo, la viruela símica comenzaba con fiebre seguida del desarrollo de lesiones papulares y vesiculopustulares (conocidas coloquialmente como ámpulas), además de ulcerativas en el rostro y cuerpo, así como inflamación de los ganglios linfáticos.
Sin embargo, el brote actual presenta otro orden y frecuencia de los síntomas y las lesiones no están en todo el cuerpo, sino que se concentran en el área genital y en ciertas mucosas como la oral y la rectal.
Para el estudio del NEJM se analizaron en total 528 casos confirmados. El 98% de las personas afectadas eran hombres gay o bisexuales, y 75% eran de raza blanca. Además, 41% de la población estudiada vivía con el VIH; de ellos, el 96% estaba bajo tratamiento antirretroviral y 95% tenía una carga viral baja (menor a 50 copias/ml).
Aunque el ADN del virus fue encontrado en 29 de las 32 muestras de semen que se pudieron recolectar, todavía no se ha investigado si el semen, por sí mismo, es capaz de transmitir la infección.
Una presentación diferente
Entre los hallazgos clínicos destaca que el 95% de las personas en el estudio presentaron lesiones en la piel, pero las regiones anatómicas donde más comúnmente aparecieron esas lesiones fueron la zona genital (73%); el tronco, los brazos o las piernas (55%); la cara (25%), las palmas de las manos y las plantas de los pies (10%).
Las lesiones fueron de muy variados tipos, como manchas, ámpulas, pústulas o costras, y se observaron varios tipos de lesiones (o fases de ellas) en la misma persona al mismo tiempo. La mayoría de los casos comenzó con 10 lesiones o menos, y un total de 54 personas tuvieron sólo una úlcera en la zona genital, lo cual evidencia la posibilidad de que se confundiera con otra ITS.
El 41% del grupo estudiado presentó lesiones en la mucosa, mientras que 61 personas las tuvieron especialmente en la mucosa rectal, lo que les provocó dolor en el ano o recto, tenesmo (sensación de que se necesita defecar, acompañada de cólicos y dolor) y diarrea, o bien, una combinación de estos síntomas.
En general, los síntomas más comunes fueron fiebre (62% de los casos), aletargamiento (41%), dolor muscular (31%) y dolor de cabeza (27%). La inflamación de ganglios linfáticos también fue un signo muy común, apareciendo en el 56% de los casos.
Aun así, los médicos identificaron que la presentación inicial de la infección y la secuencia posterior de síntomas cutáneos y sistémicos fueron muy variadas. La presentación más frecuente fue, de inicio, la aparición de una o más lesiones en la piel, principalmente en el área anogenital, el tronco o la cara (o una combinación de estas zonas). El número de lesiones aumentó con el tiempo. Cabe mencionar que el cuadro clínico de la enfermedad fue similar entre personas con y sin VIH.
Respecto al contexto de los contagios, el estudio encontró que 95% de los casos reportaron un contacto sexual cercano como vía de transmisión, sin embargo, no fue posible confirmar la transmisión sexual. Del total, 406 personas dieron datos de su historial sexual, de donde se desprendió que el promedio de parejas sexuales en los tres meses previos a la infección fue de cinco; 147 personas reportaron haber viajado a otro país el mes anterior a la infección y 103 personas asistieron a grandes concentraciones de gente, como eventos del orgullo LGBT+. Además, 169 personas dijeron haber visitado sitios de encuentro sexual en el mes previo.
Así, la actividad sexual entre hombres fue, por mucho, la forma más frecuentemente sospechada para la transmisión de la viruela símica. Esta sospecha fue reafirmada por los hallazgos de lesiones primarias en las mucosas genital, anal y oral, lo cual puede representar el sitio de entrada del virus. Por esto, los autores recomiendan que se considere la viruela símica como una posibilidad cuando se reciban casos de poblaciones clave que presentan síntomas de ITS.
Es importante señalar que, aunque el ADN del virus fue encontrado en 29 de las 32 muestras de semen que se pudieron recolectar, no se ha investigado si ese semen es capaz de transmitir la infección.
La situación actual sugiere dos posibilidades: que hubo cambios en los aspectos biológicos del virus o que ha habido cambios en el comportamiento humano, o bien, ambas cosas. El brote también podría deberse a que se debilitó la inmunidad a la viruela humana, a la relajación de las medidas preventivas impulsadas por la COVID-19, a que se reabrieron los viajes internacionales o a las interacciones sexuales asociadas con grandes concentraciones de personas.
Cualquiera que sea el caso, es importante tomar en cuenta todas las características que se están enfrentando actualmente para poder diseñar mejor las estrategias de prevención, detección y tratamiento de un virus que pone a prueba los aprendizajes de la actual pandemia.